Casa de los Swan

Entré a casa dando un pequeño portazo. Las ocho de la tarde tocaban ya en el reloj de la entrada y Charlie no estaba.
Genial, otra tarde en las que le toca hacer horas extras... pensé cansada. Esto se estaba convirtiendo parte de la rutina.
Dejé las bolsas de la compra encima de la mesa de la cocina y comencé a sacar cada una de las cosas que acababa de comprar en el super mercado para hacer la cena. En el fondo, me estaba volviendo muy responsable, ya que antes de mi llegada a Forks, no sabía ni cocinar un huevo frito.
Al poner todo en orden, miré a mi alrededor. Un silencio me rodeaba y solo escuchaba un leve tic-tac.
Edward... me vino entonces a la cabeza. Llevábamos poco tiempo sin vernos y ya lo extrañaba. Después de aquella pequeña discusión sobre mi posible transformación, mi mente solo vivía para pensar en él.
-Ya ves, Edward. Se me olvida incluso de tomar el oxígeno que necesito para vivir cuando tu rostro viene a mí -me dije con un hilo de voz...

Llevé mis manos a mi cara dejándo derramar un
par de lágrimas que salían con rapidez de cada uno de mis ojos. Sollocé
unos instantes y luego llevé mi mano al pecho para acordarme de
respirar de vez en cuando. Inhalé y exhalé diez veces para intentar
calmarme, pero nada funcionó. Me heché al sofá de la sala de estar y me
estiré mientras tapaba con un cojín mi cara. Hasta caer en un profundo
sueño...

"No Edward... estas mal... No debiste hacer esto" pensaba a cada paso que me acercaba a casa de Bella... Pero... Necesitaba verla... Una ultima vez... Una despedida en silencio...

Entre sin que nadie lo notara, Bella descansaba en el sofá, y en sus mejillas aun habian huellas de lágrimas
-Te recuperarás- dije en un murmullo suave, -Lo haras Bella... y serás feliz...- sonrei con tristeza, acariciando su mejilla con la punta de mis dedos

En uno de mis largos minutos de descanso, me pareció, como siempre, escuchar su voz. Aún tenía una cierta de dificultad para respirar tranquilamente. Notaba el peso de mis párpados y mis húmedas mejillas. Abrí con lentitud los ojos, dejando que la luz del día entrara y me cegara una milésima de segundo. Aunque entre las sombras, era cuando esperaba verlo a él, pero desgraciadamente, lo que me hizo recordarlo fue una pequeña brisa que desapareció enseguida y para cuando me pude dar cuenta, volvía a estar sola.

-Lo siento Bella... Es lo mejor para ti- susurré desde las sombras... -Es mejor cortar de tajo... Estaras bien... confío en ello...- Cerre los ojos, -Adios Bella- susurré en voz un poco mas alta, di media vuelta, alejandome de ahi en direccion a casa

Adiós, Bella. Fue lo único que pude escuchar. El resto eran susurros tan bajos, que parecían salidos de la boca del viento.

En ese momento escuché la puerta de la entrada cerrarse, y para cuando me acerqué a ella, con una mezcla de sentimientos inimencionales, cai en el hecho que esas dos serían las últimas palabras que escucharía con su voz.
Abrí la puerta, pero nadie había fuera, y cuando volví a entrar, como por arte de magia, Charlie estaba dentro de casa.

-¡Ah! -grité del susto.

-Vaya, Bella, ni que hubieses visto un fantasma -añadió.

-Algo parecido... -pensé apenada.

Charlie comenzó a preguntar por la cena. Sugerió cenar una pizza y bueno, acepté gustosamente e intenté olvidarme por completo de Edward durante el partido de baloncesto que vi junto a Charlie.

A las doce en punto, decidi subir a mi habitación. Dejé la ventana abierta, por si Edward quería venir, aunque sinceramente, lo dudaba. Dormí acunada por la luz de la luna...

Después de decidirlo durante mucho tiempo, cogí el teléfono y telefoneé a casa de los Cullen. Sabía perfectamente que Edward no contestaría al teléfono, de modo que hablé con Alice.

-Hola Alice... Eh... Sí, ya lo sé. No te molestes. Solo llamaba para que le dijeras a Edward... -di una pausa y dejé derramar una sola lágrima llena de arrepentimiento- ...que tiene razón. Que sin él estaré mejor y que... Me vuelvo a Phoenix. Al menos de momento.

Colgué dejándole con la palabra en la boca y me despedí de Charlie. Cogí mis maletas y arranqué el coche vuelta a casa.